BARRIO DE SAN JUSTO Y SACRAMENTO

La calle que comunicaba Puerta Cerrada con la desaparecida iglesia de Santa María (C/ Mayor, frente a Capitanía General), denominada antiguamente "la calle que va a Santa María", luego se dividió en dos partes con los nombres de calle San Justo y calle  Sacramento, separadas  las dos por la plaza del Cordón.
Era esta una calle señorial, con grandes edificaciones, palacios e iglesias. La iglesia de San Justo, situada en el mismo solar que hoy ocupa la Iglesia de San Miguel. Este primitivo templo parroquial, dedicado a los Santos Niños Justo y Pastor y derribado en el siglo XVII, fue reemplazado por el actual, iniciado en 1739 según los planos. Y como en 1891 se hizo cargo de él la Nunciatura Apostólica, la titularidad parroquial pasó a la iglesia del viejo convento de Maravillas.
Al pasadizo del Panecillo y a la calle de la Pasa, esta por la parte trasera de la Iglesia de San Miguel, le viene el nombre por la costumbre limosnera del cardenal infante don Luis de Borbón, que solía repartir diariamente estos  panecillos los pobres que acudían al pasadizo. Le viene el nombre  "El que no pasa por la calle de la Pasa no se casa" era un dicho popular en la Villa, y aludía a la necesidad de acudir a unas oficinas que allí existían para realizar los trámites previos a los casamientos.
En la esquina con la calle del Doctor Letamendi, antes la calle Tentetieso, estaba el caserón medieval (reconstruido en el siglo XVI), perteneció a Iván de Vargas, patrón de san Isidro, y que, lamentablemente, en 2002, cuando se procedía a su rehabilitación para sede de la Fundación Nuevo Siglo, fue demolido sin licencia y sin que el Ayuntamiento hiciera nada por impedirlo. Esta fundación fue constituida como foro de debate para impulsar el desarrollo urbano y la defensa del patrimonio arquitectónico. El edificio actual es una absurda imitación.
En otra esquina, con la calle del Puñonrostro, vivió durante unos meses Antonio Pérez, el famoso secretario de Felipe II, cuando estaba sometido a un proceso judicial acusado de corrupción, desde esta casa saltó por un balcón al templo, los alguaciles entraron y lo detuvieron por la fuerza. Tras estar prisionero en varios sitios, logró fugarse en Madrid y refugiarse en Aragón, y desde allí huyó a Francia. Vale la pena subir por esta calle de Puñonrostro, y pasear por la bellísima y cuidadísima plaza del Conde de Miranda y entrar en la iglesia del convento de las Carboneras, que se conserva apenas sin cambios desde la época de su construcción, en el siglo XVII.
El palacio del Cordón, que da nombre a la plazuela y a la calle que la atraviesa, es un palacio muy renovado del siglo XVIII que perteneció a los condes de Puñonrostro. Su denominación se debe a un cordón franciscano tallado en torno a su puerta. Al principio de la calle del Sacramento, y esquina con la calle del Cordón, se conservan los únicos restos, auténticos de la llamada Casa de Cisneros, cuya fachada principal después de las reformas mira a la plaza de la Villa. Fue construida por un sobrino del famoso cardenal y en ella se encuentra el despacho del alcalde. Justo enfrente se levanta otro palacio muy deteriorado que fue propiedad de los condes de Revillagigedo, que también alberga dependencias municipales.
Bajando por la calle del Cordón y a través de la calle del Conde se accede a la recoleta plaza de San Javier. Es uno de los rincones más deliciosos y típicos de Madrid. En una casa que hace recodo (tiene un escudo nobiliario en la fachada) hubo un viejo mesón que la leyenda lo frecuentaba Luis Candelas. La subida podemos hacerla por la pintoresca calle del Rollo. Aquí se encontraba la Casa de la Parra, famosa por una curiosa anécdota. Cuentan que el maestro López de Hoyos, director de los "Estudios de la Villa", tuvo un día que castigar a uno de sus alumnos por robar un hermoso racimo de la parra, y que éste era nada menos que Miguel de Cervantes Saavedra.
Ya en la calle del Sacramento, y frente a la nueva plazuela de acceso a los aparcamientos municipales, se levanta el palacio O´Reilly, con servicios igualmente del Ayuntamiento. Al final, a la izquierda, estaba el convento del Sacramento, de monjas Bernarda, del que sólo se conserva la iglesia, hoy sede de la Vicaría castrense. El cruce con la calle Mayor era uno de los puntos de entrada al Madrid árabe, con la puerta que luego los cristianos llamaron de Santa María


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