LEYENDAS DE LAS CALLES DEL BARRIO DONDE NACI

Hay que saber las leyendas, tradiciones que. Existen en nuestro Madrid, calles con nombres bien curiosos. La calle del Sombrerete, El Rastro, Amnistía o Humilladero nos invitan a pensar, sobre el porqué de sus nombres mientras paseamos por ellas. Lavapiés es uno de los barrios más antiguos de Madrid, con más de 500 años de antigüedad. La mayor mezcla de razas de toda la ciudad.
Antes de empezar nuestro paseo hay que explicar el origen de este barrio castizo. Lavapiés
fue antaño el barrio judío de Madrid. Su principal centro de actividad y reunión era la Sinagoga, situada en el solar donde hoy se encuentra la Iglesia de San Lorenzo. Tras la expulsión de los judíos en el siglo XV, algunas familias judías se vieron en la necesidad de convertirse en católicos, para mantenerse con vida. Así surge la cristianización de las viejas calles, que cambiaron sus nombres por otros de  exaltación religiosa como calle Ave María, de la Fe, ó, Amor de Dios etc.
Empecemos por el principio. El barrio de Lavapiés
se llama así debido al acto de los actos que realizaban los judíos antes de sus oraciones. Había una fuente en la plaza donde éstos lavaban sus extremidades como purificación ritual antes de ir a la sinagoga. De ahí el nombre.
En la Plaza de Lavapiés nace la
Calle del Sombrerete, que llega hasta Embajadores. Según cuentan la leyenda, que su nombre original fue Sombrerete del Ahorcado ya que aquí fue ajusticiado, sin quitarse el sombrero, el cómplice de un impostor que se hizo pasar por el rey Don Sebastián de Portugal.
También de la plaza sale la Calle del Tribúlele. En un corralón de esta calle se reunían los vecinos a jugar al tribúlete, un juego popular de la época que se convirtió en el nombre de esta calle
Como decíamos antes que, existen muchas leyendas que explican el porqué del nombre de estas calles. En algunos casos como el de la Calle del Ave María. Ésta tiene su entrada por la Calle de la Magdalena y termina en la Plaza de Lavapiés. Su nombre puede haberse originado en el proceso de cristianización de las calles tras la expulsión de los judíos, pero existe otra historia. Cuenta la tradición que aquí había varios burdeles. Cuando esto llegó a oídos del beato Simón de Rojas, éste escandalizado, le dijo a Felipe II que había que demolerlas. Tras ello, en sus pozos se encontraron varios cadáveres. El beato solo pudo exclamar ¡Ave María!, Calle de la Cabeza, alberga otra macabra historia. En esta calle vivía un sacerdote rico junto con su criado. La avaricia del criado se materializó cuando éste, le robó y asesinó, cortándole la cabeza al cura. Años después y convertido en caballero, el criminal regresó a Madrid y se fue  a  comprar una cabeza de cordero en una tienda del Rastro. De camino a casa, la sangre que desprendía la cabeza del animal, alertó a un alguacil. Preguntado por lo que llevaba, el criado explicó que era una cabeza de cordero lista para comer. Pero cuál fue su asombro que al abrir el paquete y descubrir que lo que allí había no era lo que había comprado, sino la cabeza del cura asesinado. Sorprendido por situación, el criado acabó por confesar su crimen. Poco después el criado fue condenado a la horca y, según cuenta la leyenda, una vez cumplida la sentencia, el milagro se hizo de nuevo y la cabeza del sacerdote volvió a convertirse en cabeza de cordero.
 Vamos a conocer otras calles con  leyendas más bonitas aunque también con sus historias. Como la de la Calle Mira el Sol. Cuenta la tradición que tras un temporal de lluvias y nieves, en el año 1440 amaneció un día claro y templado. La gente, llena, de alegría gritaba ¡Mira el Sol!, ¡Mira el Sol!
Calle de la Primavera. En ella existían antiguamente unos grandes  jardines donde se celebraba la fiesta de la Cruz de Mayo. Una fuente y un paseo adornaban esta bonita calle refrescando su frescura y verdor.
Antiguamente también era común el poner nombre a las calle según su forma que tenían. En este caso la calle de la Escuadra, y la del Codo. Ambas reciben su nombre por su forma con estas figuras.
Las calles
del Olmo, del Olivar, de la Rosa se llaman así por los pantanos y huertas sobre las que fueron trazadas.
Y para terminar nuestro paseo por este barrio castiza, una calle chistosa, la 
Calle del Calvario. Se llama así porque antiguamente existía un Vía Crucis en este lugar, en dirección a Atocha. El desnivel de su suelo, sumamente incómodo de transitar, lo convertía en poco más que un castigo.

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