Iniciamos nuestro paseo por el Barrio de la Morería. Se llega a La Casa
del Pastor, primer Ayuntamiento de Madrid y Toledo. Desde aquí vamos bien para
ver las tres plazas que formaban el Madrid Medieval: La Plaza de la Paja, que
fue el foco comercial, la Plaza de San Andrés, donde se hallaba una de las más
antiguas parroquias de la ciudad, y la
Plaza de Cruz Verde, donde se encontraban las caballerías que entraban por la Puerta
de Moros.
Es
la entrada al Madrid árabe. La ruta se adentra en el barrio de la Morería
para detenerse en la Plaza del Alamillo, en donde se cree que tuvo su sede el
Tribunal Árabe de la Morería, cuando Madrid era Mayrit, la ciudad árabe fundada
en el siglo IX. A pesar de sus orígenes, no está claro si el nombre de esta
plaza proviene del árabe alamud (tribunal), o bien responde simplemente a la
especie de los árboles que en ella se plantaron. Debajo de esta plaza hay gran
cantidad de pasadizos que datan de la época árabe y que tienen su origen en la
Calle Segovia a la altura del actual Viaducto y Casa del Pastor. Por ello, en
muchos locales bajos y comercios de la acera impar de la Calle Segovia, pueden
observarse grutas y cuevas, pasadizos hasta la. Plaza de Alamillo.
En
la Plaza del Alamillo empieza la calle del Toro no tiene este nombre por los encierros que en siglos pasados
se celebraron en ese barrio sino, que cuentan la leyenda que uno de los vecinos
de la calle colgaba de su ventana unas astas de toro con el fin de atemorizar a
los transeúntes, imitando el bramido del animal.
Otra
leyenda dice que
gobernaba en Madrid el moro Aliatar, enamorado de la bella mora Zaida, y para
conquistarla organizó unos juegos y festejos en la plaza del Alamillo. La
fiesta era alancear a un toro. Bravísimo,
y que cada moro que intentaba clavar su lanza al animal, terminaban volteados y
por los suelos. Apareció un caballero cristiano que quiso probar suerte, y
Aliatar se lo permitió pensando que tendría la misma suerte que los demás. Pero
el caballero alanceó al toro con gran precisión y acabó con la vida del animal.
El caballero se desprende del casco y enseña su rostro: era el Cid Campeador.
Tras su victoria, el caballero abandonó la ciudad, pero ya había inflamado el
corazón de la bella mora Zaida que, enamorada del caballero, mandó disecar la
cabeza del toro en recuerdo y colocarla en la fachada de su casa (en la actual
calle del Toro). Cuentan que cada vez que Zaida suspiraba de amor, el toro
mugía…
Al
pasar por la Plaza de la Paja, se nos recuerda que
antiguamente, la que hoy conocemos como Plaza Mayor era en realidad una
plazuela en los arrabales de la ciudad, mientras que la primera era el
verdadero núcleo de Madrid. En ella, los capellanes subastaban el grano
obtenido de las cosechas para pagar su manutención, por esa razón, se conoce
desde entonces como la Plaza de la Paja. Al fondo, la Capilla del Obispo y las cúpulas
de San Andrés, la iglesia barroca más antigua de Madrid y unas de las más
antiguas de Europa.
Desde
la misma plaza se
divisa la torre mudéjar de la iglesia de San Pedro El Viejo, del siglo XIV.
Además de su interés religioso y artístico, esta iglesia es conocida porque
dicen que la primera campana que colgó de su torre se colocó sola. La leyenda
asegura que cuando los hombres cargaban con ella para subirla a lo alto de la
torre, la campana se quedó atascada entre las paredes de la torre. Sorprendidos
e incapaces de moverla, los hombres decidieron abandonar el trabajo para
descansar, pero cuando volvieron al día siguiente, su sorpresa fue mayor al
comprobar que la campana ya se encontraba en su lugar.
En
la iglesia de San Pedro el Viejo se guarda una de las imágenes religiosas de
mayor devoción entre los católicos madrileños. La imagen de Jesús el Pobre,
llamado así para diferenciarlo de la imagen de Jesús de Medinaceli. En el
interior del templo se encuentra la capilla del Cristo de las Lluvias, que
tiene su origen en una tradición de la Edad Media. Según la leyenda, el repicar
de las campanas conseguía desviar las tormentas y, con ello, se lograba
salvaguardar las cosechas de las adversidades
Palacio
del Príncipe de Angola .Antiguamente en este palacio había, túneles secretos que comunicaban
con el Palacio Real. El jardín del Palacio
del Príncipe de Anglona, junto a la casa y el palacio del mismo nombre, estuvo
cerrado al público hasta hace pocos años. Ahora es un lugar tranquilo desde donde
se puede divisar los barrios que rodean
la Plaza de la Paja
En
la Plaza de San Andrés, nos encontramos la iglesia que da nombre a esta plaza, la Iglesia de
San Andrés. En esta plaza antiguamente había una iglesia medieval ubicada en el
cementerio donde fueron encontrados los restos de San Isidro
Plaza
de San Andrés, es
de interés el visitar la capilla de San
Isidro, el museo de San Isidro y la parroquia de San Andrés. Una parada aquí,
para fotografiar sus fachadas y con un ambiente, muy madrileño.
La
Puerta de Moros es una
plaza que une La Plaza de la Cebada y la
calle de San Francisco, y antiguamente había allí una de las puertas de la
muralla cristiana de Madrid (ahora es La Puerta Plaza de Moros)
La
Plaza del Humilladero Antiguamente, en la Edad Media, éste era el límite de Madrid, a pocos
pasos se encontraba una de las puertas de entrada a Madrid, hoy desaparecida
pero que conserva el nombre original; Puerta de Moros. Humilladero significa:
lugar devoto que suele haber en las entradas o salidas de los pueblos y junto a
los caminos, en los que colocaba una cruz o imagen de algún santo o de la
Virgen. Los antiguos cristianos tenían la costumbre de humillarse cuando
pasaban inclinando la cabeza o doblando la rodilla ante la imagen o la cruz.
Plaza
de la Cruz Verde. Según cuenta la leyenda que aquí se
ajusticiaban a presos de la Inquisición, y según marcaba la costumbre, en estos
lugares solía ponerse una gran cruz verde de madera señalando este hecho. La
Fuente de Diana Cazadora , También es conocida como Fuente de la Cruz Verde ,
por el nombre de la plaza donde está ubicada, formada por un ensanche de la
calle de Segovia, al que confluyen las calles del Rollo ,Sacramento y Madrid.
El viaducto es una de las estampas más
conocidas de la ciudad, no sólo por las estupendas vistas que permite disfrutar
de los tejados madrileños, sino también por ser un lugar elegido en demasiadas
ocasiones por los suicidas. Se trata de una escogida tradición a la que se ha
puesto solución con unas mamparas de seguridad. Cuenta la leyenda que ya en el
siglo XIX, una joven quiso morir porque su familia no consentía que se casase
con su enamorado. Sin embargo, esta leyenda tiene un final feliz, ya que la
joven sólo sufrió algunas magulladuras, gracias a su falda que freno la caída. Sin embargo la
joven moriría mucho después, al dar a luz a su decimocuarto hijo. El viaducto
que tanto se admira a pesar de sus tristes historias de suicidios y leyendas de
almas en pena
Calle del Rollo Es una calle con bastante
historia. En un principio se llamó calle de los Arcos y Calle de la Parra. Como
anécdota, cuenta la leyenda que tal parra fue quebradero de cabeza para el
maestro López de Hoyos, quien en su estudio cercano, veía cómo sus alumnos
hacían novillos para robar la fruta de este arbusto. Uno de estos alumnos a
quien castigó en repetidas ocasiones por su ausencia escolar fue el mismísimo
Cervantes. El nombre actual es en honor al rollo jurisdiccional de la Villa,
que estaba ubicado en esta calle. Su principal característica es la forma
escalonada de su trayecto final, acabando en la Plaza de la Cruz Verde.
Cuenta
la leyenda que
entre la calle Sacramento y calle del
Rollo y la calle Madrid. Que una noche,
el guardia de Corps don Juan de Echenique, caminaba por la calle Sacramento,
cuando una voz de mujer proveniente de un balcón llamó su atención. El
caballero no se lo pensó dos veces y atravesó el umbral, subió la escalera y
accedió a la lujosa casa donde encontró a la desconocida dama y pasó con ella
una gran noche de amor. Horas después, medio adormilado, el reloj de la Iglesia
de San Justo le recordó que debía volver al Palacio Real para el relevo. Salió
con prisa del edificio y a la altura de la calle Mayor se percató de que había
olvidado el espadín en el salón de su amante. Regresó sobre sus pasos y al
llegar a la puerta descubrió que la lustrosa casa lucía entonces un aspecto
abandonado, un vecino salió a la ventana y le dijo que en esa casa no vivía
nadie desde hacía más de cincuenta años. Ignorando al vecino, Juan de Echenique
forzó la cerradura y accedió al lugar donde horas antes había estado junto a su
amante. Sin embargo, se encontró con un escenario muy diferente: muebles
tapados y cubiertos de telarañas y suciedad. De pronto, reconoció un cuadro que
ilustraba el retrato de la mujer con la que había pasado la noche. La fecha no
dejaba lugar a dudas, fue pintado hacía más de cincuenta años.En ese instante,
abandonó la casa no sin antes descubrir su espadín, ya mugriento.
Plaza
de la Villa El paseo por las calles de
Madrid con sus viejas historias y sus leyendas de la ciudad termina a las espaldas
de la Plaza de la Villa, en la calle Madrid. Es el momento de saber algunas de
las leyendas madrileñas más tenebrosas, sembradas de misterios y muertes.
Cuenta la leyenda que en el antiguo
Palacio de Cañete ahora edificio que ocupa el Patronato de Turismo. Cuentan que
el espíritu del marqués asesinado se paseó por los pasillos de su mansión,
lamentándose, hasta que se descubrió al verdadero autor de su muerte.
Torre
de los Lujanes, una edificación de estilo
mudéjar que sobresale a la vista del transeúnte por su altura. Según cuenta la
leyenda, en su interior vivió en cautiverio el rey Francisco I de Francia, que
fue raptado tras la batalla de Pavía.
MADRID Una ciudad con leyenda y llena de misterios Pero
preciosa ¿no crees?
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