Esta plaza, antiguamente se utilizada
para aventar las mieses y por ello se
conocido como era y luego se llamo plaza del Viento, y luego más tarde, con el
nombre de la Cebada, a ser el lugar donde los labriegos vendían sus cereales,
no sin antes separar una limosna que le correspondía a la cercana parroquia de
San Andrés, otra parte para las caballerizas del rey, y otra parte más pequeña para el sacristán de San Pedro, por tocar una
campana milagrosa que según la leyenda era para alejar las tormentas; y una
limosnas también para las parroquias de Santa María y de San Justo, y alguna
que otra limosna para los frailes de San Francisco. Antiguamente esta plaza era
donde se instalaban las ferias y mercadillos de Madrid. Y en el siglo XIX se
destinó, durante mucho tiempo, como siniestro emplazamiento del patíbulo para
las ejecuciones de los condenados por la justicia.
Muchas edificaciones, hoy ya
desaparecidas, adornaban la plaza. En la esquina de la calle de Toledo estaba
el convento y hospital de la Latina, fundado por doña Beatriz Galindo,
profesora de latín de Isabel la Católica. Junto a la calle del Humilladero, en
el solar de una vieja ermita, fundó la cofradía de la Vera Cruz su iglesia de
Santa María de Gracia. Y el enorme y bellísimo mercado de hierro inaugurado en el
año1875. Tenía 6.416 metros Lamentablemente desapareció por motivos
especulativos nada claros en 1956. Sobre parte de su solar se alza el nuevo
mercado, funciona y que no tiene mal aspecto, pero que no hace olvidar el
monumental mercado anterior.
Antiguamente en el siglo XVII había
allí una fuente con un amplio estanque, cuya originalidad y curiosidad era en
que los chorros de agua vertían sobre unas piletas elevadas. A su alrededor se
reunía toda la gente de Madrid.
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